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jueves, 22 de noviembre de 2018

Tres escenarios económicos para el 2019: ¿recesión, derrumbe o catástrofe?


Los pronósticos económicos para el 2019 son bien dispares. Algunos son totalmente optimistas y otros totalmente catastrofistas. Para dar un ejemplo, algunos dicen que en el último trimestre de 2019, cuando sean las elecciones presidenciales, estaremos asistiendo a una recuperación a toda máquina, mientras que otros dicen que estaremos viviendo lo peor de una explosión económica, existiendo posiciones intermedias. Busquemos explicar estos tres escenarios en disputa.



Recesión y crecimiento: una recuperación en V

La visión más optimista para el 2019 entiende que la economía actualmente viene mal, pero que gracias a las medidas tomadas por el "doble cero" (déficit fiscal primario cero y emisión monetaria cero), las cosas lentamente se están estabilizando: el dólar ya está tranquilo, la inflación de ahora en adelante va a comenzar a desacelerarse, mientras que las tasas de interés vienen bajando. Por su parte, con el bono de fin de año, el aguinaldo y algunas recomposiciones salariales sectoriales, la caída del consumo también estaría por tocar fondo. Por lo tanto, la recesión tocaría su piso en el primer trimestre de 2019.

Según este diagnostico entonces, la estabilidad cambiaria por el control del dólar, la tranquilidad la financiera que da la ayuda del FMI y el orden fiscal debido al "doble cero" el éxito estaría asegurado. Existiendo además hacia adelante tres motores económicos para comenzar la recuperación: la cosecha de abril/mayo será record, crecerán las exportaciones gracias a la devaluación y habrá un nuevo boom del turismo internacional, dado que la Argentina ahora está regalada para los visitantes del exterior.

De este modo, tras una caída inicial para la primera mitad del año, durante el segundo semestre ya habría una palpable recuperación, teniendo el ciclo económico una forma de "V".

El debate al interior de quienes calculan este escenario es con respecto a las "velocidades" de las fases del ciclo, tanto de la caída como la del crecimiento. Puesto que hay algunos que suponen que aún con un diagnóstico optimista el agregado neto del 2019 sería igualmente de caída. Por ejemplo, el FMI dice que incluso en el mejor escenario el PBI marcaría una caída de -1,7%, cuando el mismo Gobierno (principal defensor de esta visión) supone también en su escenario "optimista" el año que viene la economía descendería un -0,5%. Sin embargo, tanto la consultora de Gabriel Rubinstein como la de Orlando Ferreres, que son los más entusiastas del ciclo en "V", dicen más bien que el resultado será positivo, creciendo la economía un 1,6% y 1,7% respectivamente.

Caída y estancamiento: un derrumbe en L

Existe un segundo escenario, menos optimista. Este augura que la situación en 2019 no será nada buena, señalando que la caída económica continuará durante casi todo el año y que luego tampoco vendría una recuperación, sino un profundo estancamiento recesivo, el cual durará por lo menos hasta 2020.

El argumento de quienes tienen esta visión es simple, dicen que no hay motores suficientes para esperar una recuperación en 2019: descenderán el consumo (-5%), la inversión (-30%) la obra pública (-50%) y el gasto (2,7%), impidiendo cualquier mejora. Ni las exportaciones ni la cosecha alcanzarán para dar vuelta la tendencia. Ya que por más que sean buenas, el arrastre del resto de las variables será muy pesado: sólo el arrastre de fin de este año comenzará en -3%. Por ello, en todo caso, no lograrán revertir la tendencia sino en el mejor escenario moderarla, existiendo igualmente una caída con estancamiento en forma de "L".

Baste decir que el mismo Gobierno en lo que llama escenario "adverso" proyecta que puede haber una caída del 3,5% el año próximo. Siendo el FMI todavía mucho más pesimista: su escenario negativo calcula una caída del 6,3% y una inflación del 50%.

Colapso catastrófico: explosión en X

El tercer escenario es el más duro de todos. Aquí las discusiones ya no son cuantitativas con respecto al 2019, sino más bien cualitativas: se preguntan si habrá default, hiperinflación, plan bonex, corralito, cepo o un salto cambiario astronómico.

Los argumentos con respecto a quienes vislumbran este escenario apelan a un factor subjetivo pero que puede ser determinante: las expectativas. Aquí se señala que la dinámica económica estará totalmente sujeta a los tiempos electorales, los cuales no marchan bien para el Gobierno. Además, muchos analistas dan por descontado que el default se producirá en 2021 o incluso en 2020, porque ya no habrá asistencia del FMI y por ende el país no podrá cumplir. Por ello, los inversores pueden buscar adelantarse a ello y empezar a huir de la economía local en estampida: saben que el último en irse no cobrará, por eso el default podría llegar antes de lo esperado.

El Gobierno para no entrar en default el año que viene necesita tasas de renovación de deuda de al menos el 50%, cuando hoy en día está en niveles cercanos al 100%, por lo que tendría todo asegurado. El problema es que muchos señalan que eso dejará de ocurrir en 2019 y que la tasa de renovación podrá caer a prácticamente cero (los rendimientos de la curva para el año próximo así lo indican: las tasas de los bonos y letras se agigantan a medida que se acercan a las elecciones). Es decir, nadie querría seguir renovando para evitar perjudicarse por el virtual default en ciernes. Por ello, al darse los vencimientos de deuda, nadie renovaría sino que se pasarían a dólares, poniendo una gran presión sobre el mercado cambiario hasta hacerlo detonar.





La suba de las tasas en la Reserva Federal, que va a ser demoledora para los mercados emergentes, especialmente para la Argentina que encabeza el ranking de los más vulnerables (ver gráfico), se va a dar en diciembre y al menos tres veces más el año que viene. Terminando por crear ya un cóctel letal: la fuga de capitales preelectorales, las corridas que le seguirán, junto al pánico y la incertidumbre podrían arrasar con todo.

Sin renovaciones, el Banco Central tendrá dos opciones para cubrir las letras emitidas: o bien pagar con un bono compulsivo (al estilo el plan bonex) o bien imprimir descontroladamente para cubrir esos títulos, llevando la situación monetaria camino a una híper. Por su parte, para evitar corridas bancarias, en las cuales los ahorristas saquen sus depósitos para buscar pasarlos a dólares, podría irrumpir otro corralito u otro cepo, o más bien ambos.

Economistas como Aldo Pignarelli, Carlos Rodríguez del CEMA, Guillermo Calvo y hasta el mediático Javier Milei están alertando por este escenario. Incluso Carlos Melconian, muy cercano a Macri, advirtió que podría darse una "morenización" de la economía el año próximo, en alusión a los controles que implantó Guillermo Moreno durante el kirchnerismo. De este modo, todo llevaría a una catástrofe en "X", es decir, a una explosión en todas direcciones.

En suma, como vemos, más allá de la letra que le de forma al 2019 (V, L o X), sabemos que será un año seguramente no muy bueno para el país. Y seguramente será agitado en términos políticos y económicos. Dadas estas proyecciones, sólo nos queda esperar que no ocurra lo peor.


fuente ambito 

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