POSADAS : Vivir con miedo: cuando la violencia está en las puertas de la casa
Vecinos de barrios “conflictivos”, donde las peleas, los robos, la
droga, el alcohol e incluso la muerte transforman el concepto de
comunidad que los caracterizaba.
Es común encontrarse con personas llegadas de otros puntos del país o del extranjero que “escapan” de la inseguridad y la violencia para vivir en Misiones. Sin embargo, algunos barrios de las zonas urbanas más importantes corren el riesgo de cambiar su “tranquilidad” habitual, por culpa de vecinos que todo lo alteran.
En este último tiempo hubo varios casos resonantes de peleas, robos violentos y crímenes en algunos sectores de la ciudad de Posadas , donde la comunidad vive con temor y con el peligro latente de encontrarse con la inseguridad y la violencia en la puerta de su propia casa.
Es común encontrarse con personas llegadas de otros puntos del país o del extranjero que “escapan” de la inseguridad y la violencia para vivir en Misiones. Sin embargo, algunos barrios de las zonas urbanas más importantes corren el riesgo de cambiar su “tranquilidad” habitual, por culpa de vecinos que todo lo alteran.
En este último tiempo hubo varios casos resonantes de peleas, robos violentos y crímenes en algunos sectores de la ciudad de Posadas , donde la comunidad vive con temor y con el peligro latente de encontrarse con la inseguridad y la violencia en la puerta de su propia casa.
La muerte merodea en el barrio
La recorrida comenzó en el barrio San Lorenzo,
donde hace unos días mataron a puñaladas al joven Cristian Daniel
González (17 años). Este lugar posee varios puntos que son conflictivos
por demás.
Juan es un antiguo vecino, que no quiso dar su apellido, por el temor de terminar siendo víctima de represalias. En diálogo con PRIMERA EDICIÓN
dijo: “Como en todos lados, acá hay gente buena y otra no tanto. El
tema es que, a través de los planes sociales, se perdió la cultura del
trabajo y al acostumbrarse a vivir de los planes, no se transmitió a los
hijos que para tener las cosas hay que trabajar. Así, hoy la mayoría -no todos (aclara)- son ladrones, drogadictos y protagonistas de hechos terribles, en el barrio o afuera”.
“La muerte del joven es un claro ejemplo, pero no es el único. Varias veces las peleas entre bandas se apoderan del barrio por culpa de que no tienen trabajo,
están todo el día en la casa, no van a la escuela y entonces se juntan a
tomar bebidas alcohólicas, drogarse, y al final del día terminan
desconociéndose y peleándose entre ellos o peor, molestando o robando a
los vecinos”, sentenció.
A su turno, Graciela, con más de diez años en el barrio, explicó que “la droga se apoderó de grandes y chicos.
Acá por ejemplo está la Fundación San Ramón, donde se realizan muchas
actividades e inclusive hay un comedor y una escuela, pero los jóvenes
van por un tiempo y luego no aparecen más, por lo general porque no
andan en nada bueno y ahí uno ya empieza a imaginarse lo peor”.
“El barrio es grande, pero hay lugares donde están fuera de control.
Hace falta, urgente, más presencia policial y no es descabellado, como
dijo una de las vecinas del chico que murió apuñalado, que debería
entrar la Gendarmería, porque muchas veces pagan justos por pecadores”, opinó.
Relocalización forzada con un triste saldo
En el barrio A3-2 falleció a principios de julio Arnaldo Amarilla, en un confuso episodio, presuntamente a manos de la policía provincial.
La víctima era un exconvicto que fue denunciado por amedrentar a los vecinos del barrio y a más de uno le provocaba temor.
Pero las disputas vecinales no son el único conflicto existente en este barrio, al igual que en Las Vertientes o en A4: sucede que en estos lugares se propagaron también en los últimos años las “pandillas”, grupos que “se juntan a tomar, drogarse y delinquir”, según contaron los vecinos y que, cada tanto, son protagonistas de peleas entre ellas mismas.
José Nicolás vive en A3-2 y recordó que “este
barrio es de gente relocalizada de distintas zonas ribereñas de
Posadas, en su mayoría humilde y trabajadora, pero también están las
nuevas generaciones que no trabajan, no van a la escuela, no hacen nada y
algunos son realmente un peligro para todos”.
“Acá
uno siempre tiene que andar con mucho cuidado, porque una cosa es
cuando están ‘sanos’, te ven, te conocen, te saludan; y otra muy
diferente cuando están tomados o drogados, ahí no conocen a nadie; y
cuando están entre varios es peor”, remarcó.
Además, este vecino se encargó de advertir que “en el barrio ganó mucho terreno la droga y es una verdadera lástima, porque no sólo se consume: se reparte y vende”.
Pasillos cargados de misterio y temor
La chacra 181 es otro punto histórico de conflicto,
una de las zonas conocidas como “calientes” en Posadas. Ubicada a la
vera de la avenida Urquiza y San Martín, de cara al río Paraná, fue
objetivo de la Policía en las últimas horas.
Además,
hace tan sólo una semana, una gresca entre dos personas derivó en un
conflicto al que se sumaron más individuos. Esto hizo que los vecinos
llamaran al 911, la Policía intervino en el lugar y, al momento de
ingresar al barrio, un grupo de violentos los atacó con palos, piedras y
todo tipo de objetos contundentes. El saldo fue tres móviles dañados y
un suboficial que tuvo que ser hospitalizado por lesiones en la rodilla
derecha.
Además,
en marzo pasado, en calles internas del barrio -y por orden del Juzgado
Federal de Posadas- la Policía allanó varias casas investigadas por
comercialización de marihuana, cocaína y hasta de armas de fuego.
Sumado
a las drogas mencionadas, en su mayoría fraccionada para la venta, los
investigadores hallaron armas de diversos calibres y también “tumberas”.
Como si fuera poco, fueron secuestrados balanzas y elementos
presuntamente utilizados para el narcomenudeo.
Con
este panorama, Julio, un vecino que hace 32 años está asentado en dicho
barrio, comentó: “Acá viven cientos de familias, algunas desde los años
‘80, inclusive. Es un barrio como cualquier otro, pero siempre hubo
inadaptados que anduvieron en cosas raras y hoy las nuevas generaciones
siguieron por ese mismo camino”.
“Uno ya está viejo, pero siempre tuvo que estar atento por los hijos, la familia, porque acá nunca se sabe, es tierra de nadie.
Hace dos semanas le robaron a mi hijo y eso que toda la vida estuvimos
acá y nos conocen. Lo mejor es no meterse y cuanto menos uno sabe,
mejor. Por algo ni la Policía quiere entrar a veces en el barrio, y no
es de ahora: pasó siempre”, recordó.
Entre aguas turbias
En tanto, la chacra 159
a la vera de la desembocadura del arroyo Itá y el río Paraná, sobre las
márgenes de las avenidas Centenario y Tambor de Tacuarí, entre
Jauretche y Eva Perón, es un lugar recurrente de denuncias por
conflictos entre vecinos, robos, consumo y venta de drogas, entre otros
males acuciantes para los habitantes del barrio, que buscan la
tranquilidad que perdieron hace años.
Ramón vive desde hace mucho en el lugar, está solo y, pese a ello, cumple un importante rol social. “La delincuencia juvenil es realmente un peligro mayúsculo, a eso se debe sumar el consumo de bebidas alcohólicas y drogas.
Además, caen presos, pero, al ser menores de edad, en pocas horas
vuelven a estar sueltos. Hasta uno me confesó: ‘Tengo más de 20 causas,
pero salgo cuando quiero’. Es increíble”.
También explicó que “de noche no se puede caminar por la Tacuarí en cercanías de Villa del Parque o la Centenario,
sobre el arroyo Itá, ni los colectivos pasan más después de las 20. La
Policía se cansó de venir ante los constantes llamados y la reciben con
piedras y palos. Uno debe llavearse al caer la tarde y encomendarse a la
buena de Dios para que no le suceda nada”, sentenció.
Las
historias tristes y trágicas conviven con el trabajo y la solidaridad
que son el otro extremo de la vida barrial. Antes que sea tarde, los
consultados piden que no haya un operativo policial de un día sino
patrullajes constantes. Así como hay buenos y malos policías, hay
vecinos con las mismas características.
Pero
los malos, muchas veces, contagian a otros que actúan en bandas que
terminan con las ganas de progresar de los habitantes que no comparten
las malas costumbres.
Foros de seguridad
Desde
la Policía Comunitaria indicaron a PRIMERA EDICIÓN que “existe un
trabajo constante con los presidentes de los foros de seguridad, son 114
distribuidos en toda la provincia, dependientes de cada comisaría”. En
ellos se coordinan acciones “en base al contacto con los presidentes de
las comisiones barriales, que comentan sus situaciones, necesidades o
propuestas en materia de seguridad. En base a eso conformamos un equipo
interactoral comunitario, que lleva las soluciones a los problemas
evidenciados”.
En ese
sentido, “la Subsecretaría de Seguridad y Justicia en conjunto con el
Ministerio de Gobierno convoca a profesionales de acción comunitaria de
distintos puntos del país, que brindan las charlas y capacitaciones
destinadas a la resolución de conflictos vecinales, eso contribuye a la seguridad y la tranquilidad pública en los barrios”,
remarcaron. En cuanto a los “barrios conflictivos” de Posadas,
aseguraron que “no se puede decir que algunos son más que otros, porque
todos tienen su dinámicas de convivencia”.
Ante otro tipo de situaciones “se activan los mecanismos de seguridad para llevar operativos de prevención al barrio, los famosos ‘megaoperativos’,
que son integrales, donde confluyen desde el Ministerio, la Jefatura,
las Unidades Regionales, Comisarías, Unidades Policiales Caninas, los de
prevención de delitos, la motorizada, Infantería, GOE, etc.”,
detallaron.
Desde el 2016 a
la fecha, “hablando de megaoperativos, donde confluyen todas las
unidades policiales con prestación de servicio, en la ciudad de Posadas o
en determinados municipios del interior, a nivel provincial se están
realizando tres por semana sumados a los usuales operativos de
seguridad de los fines de semana”, explicaron.
Fuente Primera edicion
Ante este preocupante panorama, PRIMERA
EDICIÓN realizó una recorrida y dialogó con vecinos de algunos barrios
posadeños, “marcados” como potencialmente “conflictivos”, “caldeados” y
“de temer”.
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