Jorge Lanata: "Nos miran porque quieren saber a quién vamos a denunciar".
Jorge Lanata mantiene su latiguillo inclaudicable: “¿Me entendés?”, pregunta, y no es que espera que su interlocutor le responda “sí, Jorge, te comprendo perfectamente” o “no, Jorge, estoy más perdido que Adán en el Día de la Madre” sino que, de esa manera, hace una pausa, toma aire y amplía sus argumentos.
En este caso, a la hora de la siesta, en el escritorio del piso que habita en el Palacio Estrugamou, cerca de Plaza San Martín, Lanata habla con Clarín sobre el regreso de Periodismo para todos, que será este domingo desde las 22 y por El Trece. Y de ahí, algo inevitable si se trata de un mano a mano con uno de los periodistas más importantes de la Argentina, con adherentes y detractores, gordito genio o gordito golpista, surgen otros temas: las veleidades del mundo del espectáculo, la coyuntura política, las ganas de su hija Lola de organizar su fiesta de 15.
A los 57 años, fiel a su estilo, Lanata no se guarda nada. Va a los bifes. Fuck you. “Con la baja del encendido, lo único que parece funcionar en la televisión es el evento. Y nosotros, que ya vamos por la séptima temporada, no perdimos eso. Se espera nuestro programa como si fuera un evento”, comenta.
-¿Como si fuera la entrega de los Martín Fierro?
-Sí, o un partido de fútbol o el final de una novela. Como si fuera algo que genera mucha expectativa y no se sabe cómo va a terminar. El público nos mira porque quiere saber qué vamos a decir, a quién vamos a denunciar... También, hay algunos que quieren confirmar su prejuicio: ‘Del Gobierno no van a hablar’, dicen. Justamente, una de las notas fuertes de este domingo es sobre el Gobierno.
-¿Se puede adelantar algo?
-Vamos a analizar por qué el Gobierno manejó mal el asunto de los Ceos. Y dónde hay verdaderos conflictos de intereses.
“Para otra nota”, sigue Lanata, mientras fuma con fruición cigarrillos Parliament, “mandamos a una persona a Bosnia y otra a Israel para ver cómo son los planes monetarios del Fondo. En un lugar, funcionaron. Y en el otro, no”.
-¿Sigue “The House of Grieta”?
-No, ahora vamos a hacer otro sketch, El Newman. Se va a tratar de dos colegios unidos por un patio. Los de Cambiemos van a ir al Newman Escool. Y los k, los setentistas, al Hombre Nuevo. Los preceptores van a ser Hebe de Bonafini y Baradel.
En esta habitación coqueta, señorial, con varios cuadros colgados en las paredes, a Lanata lo acompaña un bulldog francés que camina con una pachorra colosal. “Se llama Salsa”, explica su dueño.
-¿Qué tan pendiente vas a estar del rating?
-Yo laburo en una selva en la que todos hablan del rating. Pero no laburo con “cucaracha”: nadie me habla al oído... En los últimos dos años, la televisión de aire bajó diez puntos de rating. Un programa como el que hicimos con Fariña (Leonardo), en el que medimos 32 puntos, es irrepetible. Si promediamos los 15 puntos, como el año pasado, ya es un delirio.
-¿Para “Periodismo para todos” es más fácil competir con Marley que con Susana?
-No sé. Va a haber días en los que ganemos nosotros y otros en los que ganen ellos. ¡Y está todo bien! En el 2016, Susana nos ganó más veces. Y el año pasado, ganamos más veces nosotros. A nosotros nos comparan con programas de entretenimientos. Es un delirio que compitamos con un grupo de culos que van viajando... Aún así, a veces les ganamos. Si se trata de programas periodísticos, somos lo más visto, lejos. Pero la verdad es que no me jode competir. De la televisión me joden otras cosas.
-¿Por ejemplo?
-Que nunca hay tiempo. Los documentales se hacen a otro ritmo. Ahora estoy trabajando en dos...
-¿Cómo van a ser?
-Hice un programa especial con Woody Allen. Se va a pasar por El Trece, un miércoles, en algunas semanas. Viajé a Nueva York para entrevistarlo. Le pregunté a un amigo de Woody cuál era la película que más le había gustado al director. Y me dijo: “Ladrón de bicicletas”, de Vittorio De Sica. Entonces, conseguimos un microcine y volvimos a ver la película junto a Woody. Estuvo muy bueno.
-¿Y el otro programa especial de qué se trata?
-Va a ser un ciclo. Se va a llamar Los Malditos. Andrés Calamaro ya escribió un tema para la cortina. En julio o agosto, también los miércoles, va a tratar sobre gente muy querida y muy odiada a la vez: el Che, Chávez (Hugo), Diego y Neustadt.
-¿Y el proyecto de la página web que ibas a armar desde Miami?
-Se cayó porque no conseguí la guita para armarlo.
-Igual, trabajo no te falta: la radio, la tele, la columna en Clarín, los programas especiales...
-Sí, y también manejo un taxi en Provincia, así puedo cobrar la vuelta... (se ríe con ganas).
-¿Antonio Gasalla quería hacer un programa en El Trece en tu mismo horario?
-Me hubiera encantado hacer el pase con Gasalla... Pero no sé cuál fue el problema, si él quería competir directamente con Susana...
-¿Vas a seguir cerrando tu programa con una muestra de pinturas?
-Sí. Después del trasplante (en 2015 recibió un riñón), me puse a estudiar mucho sobre plástica... Lo que yo hago siempre tuvo que ver con la forma: el mono de Página 12, la escenografía de mis programas... Si se te ocurre el contenido, se te ocurre la forma. Y cuando salí del trasplante, sentí que necesitaba belleza.
-¿Cómo fue eso?
-Es difícil de explicar. Ahora se está por estrenar una película, Animal, protagonizada por Francella, que toca el tema del trasplante, de estar en diálisis y no poder salir de esa locura. Yo, después del trasplante, sentí una necesidad de belleza en estado puro. Y vi que era inagotable. Por eso también llevo los cuadros a mi programa. Además, es la posibilidad de que un Pettoruti sea visto por tres millones de personas. Este año voy a sumar esculturas de Enio Iommi, el mejor escultor de la Argentina, de su hermano, Claudio Girola...
-¿Tenés pensado dedicarle algún espacio al Mundial de Rusia?
-El fútbol es un negocio increíblemente cínico, no me creo el verso de la pasión... Al Mundial le voy a dedicar un espacio en la radio. Después de cada partido de la Selección, vamos a hacer una especie de Tribuna caliente. Un rato. Y listo. No puedo creer que un país se planifique “antes y después del Mundial”.
-¿Qué te pareció que Aptra dejara a Mirtha Legrand fuera de las nominaciones para los Martín Fierro?
-Yo tengo 22 Martín Fierro. Y el de Oro. Una vez que ganás el Martín Fierro de Oro, no te tienen que nominar más. Es como cuando te recibís: te recibís una sola vez. El que gana el Oro debe salir de la competencia. Que se lo den a otros, a los más chicos. Si no, se arman ternas ridículas. La ponen a Mirtha a competir con una chica que conduce dos horas a la tarde... Además, si no te nominan, te evitás ir a una cena aburridísima. Si quieren sumar audiencia, que lleven a Mirtha y le paguen, que lleven a Susana y le paguen. Yo, igual, no iría.
-¿Qué es lo que define que vayas o no a la entrega de los Martín Fierro?
-La culpa que me da cuando me empiezan a romper las pelotas y me dicen: “Tenés que ir, tenés que ir...”. A veces me convencen y a veces no. No podés fumar, estás con gente que no te interesa, los periodistas te preguntan de dónde sacaste la ropa... ¡De mi ropero, boludo! ¿De dónde la voy a sacar? Yo no uso canje. Es toda una situación gansa.
La relación con el FMI
“El problema sigue siendo que gastamos más de lo que ganamos”, analiza Lanata cuando se le pregunta sobre el nuevo vínculo de la Argentina con el Fondo Monetario Internacional. Y profundiza: “El tema del Fondo lo planteamos de una manera muy enferma. Yo no creo que el Fondo sea Annie La Huerfanita ni mucho menos... Ahora, los tipos nos prestan plata y nosotros nos quejamos. Es como si yo voy por la calle y me cruzo con un borracho que me pide 10.000 pesos. Se los presto. Pero al mes lo llamo para preguntarle si sigue tomando... Desde el empréstito Baring Brothers, en 1822, pedimos plata y la gastamos en cualquier cosa. ¡Y después tardamos 50 años en pagar la deuda! Si yo fuera de un banco extranjero y viniera a pedirme plata un argentino, no le daría. Le diría: ‘Usted tiene 300.000 millones de dólares en el exterior... De ese total, ponga 50.000 millones y después hablamos...’. De este quilombo, el Gobierno no va a salir solo. Tienen que ponerse de acuerdo todos los sectores y hacer un ajuste consensuado, que pongan más los que más tienen y que pongan menos los que menos tienen...”.
-¿Macri puede lograrlo?
-Macri no sabe cómo lograrlo. No es un líder político, es un empresario. Desaprovechó circunstancias que le hubieran servido... Vidal (María Eugenia) es más política que Macri.
-¿Y qué papel juega Vidal en todo esto?
-Ya está arrastrando el ala caída de Macri. El Gobierno va a tratar de ir a una reelección. Yo no estoy de acuerdo con las reelecciones. En ningún caso. Nunca funcionó. Todos, en el segundo Gobierno, volcaron. Hay que entender que la política es un servicio público, en el que se trabaja para los demás. Y que si te dedicás a la política vas a ganar menos que en la actividad privada. Acá, nadie trabajó en la vida real. Nadie tuvo que pagar 50 sueldos. Nunca. En el 2019, Macri podría ganar por poco, pero de acá a la elección puede aparecer otro candidato.
-¿Cómo ves el futuro de Cristina?
-Hay un kirchnerismo residual, pero Cristina es volver 20 años para atrás. Peronismo nuevo es otra cosa, pero no son tipos con carisma: Urtubey, Uñac, Massa si volviera a resucitar...
Después del trasplante y lo que hacen sus hijas
Sobre su estado de salud, Lanata describe: “Me hice análisis hace poco y estoy bien. No corro los 100 metros con vallas pero no me quejo”.
-¿Volviste a encontrarte con Nora, la mujer que te donó el riñón?
-No. Sara (Stewart Brown, su ex mujer) sigue en contacto con ella, pero yo no. Es raro. Estuviste muy cerca de una persona y después es como si hubiera sido una eventualidad, un encuentro en una estación de tren. La foto que me sacaron con ella, en la que aparecemos abrazados, fue muy emotiva.
La que también saca fotos es Bárbara, la hija mayor de Lanata, que tiene 27 años y trabaja como vestuarista en Periodismo para todos. “Sí, es buena fotógrafa”, señala Jorge, orgulloso. “Algunas de sus fotos salieron en la revista Viva, de Clarín. Y también escribe muy bien. Por ahora no publica sus textos. Cuando Bárbara tenía ocho años, le pregunté qué quería ser cuando fuera grande. Y me dijo: ‘Voy a escribir pero cuando se olviden de vos’”.
-¿Y a Lola qué le gusta hacer?
-Lola es más expansiva, más parecida a Sara... Tiene 13 años y parece de 16. Por ahora va al colegio. Y está pensando cómo va a ser su fiesta de 15.
Fuente Clarín
En este caso, a la hora de la siesta, en el escritorio del piso que habita en el Palacio Estrugamou, cerca de Plaza San Martín, Lanata habla con Clarín sobre el regreso de Periodismo para todos, que será este domingo desde las 22 y por El Trece. Y de ahí, algo inevitable si se trata de un mano a mano con uno de los periodistas más importantes de la Argentina, con adherentes y detractores, gordito genio o gordito golpista, surgen otros temas: las veleidades del mundo del espectáculo, la coyuntura política, las ganas de su hija Lola de organizar su fiesta de 15.
A los 57 años, fiel a su estilo, Lanata no se guarda nada. Va a los bifes. Fuck you. “Con la baja del encendido, lo único que parece funcionar en la televisión es el evento. Y nosotros, que ya vamos por la séptima temporada, no perdimos eso. Se espera nuestro programa como si fuera un evento”, comenta.
-¿Como si fuera la entrega de los Martín Fierro?
-Sí, o un partido de fútbol o el final de una novela. Como si fuera algo que genera mucha expectativa y no se sabe cómo va a terminar. El público nos mira porque quiere saber qué vamos a decir, a quién vamos a denunciar... También, hay algunos que quieren confirmar su prejuicio: ‘Del Gobierno no van a hablar’, dicen. Justamente, una de las notas fuertes de este domingo es sobre el Gobierno.
-¿Se puede adelantar algo?
-Vamos a analizar por qué el Gobierno manejó mal el asunto de los Ceos. Y dónde hay verdaderos conflictos de intereses.
“Para otra nota”, sigue Lanata, mientras fuma con fruición cigarrillos Parliament, “mandamos a una persona a Bosnia y otra a Israel para ver cómo son los planes monetarios del Fondo. En un lugar, funcionaron. Y en el otro, no”.
-¿Sigue “The House of Grieta”?
-No, ahora vamos a hacer otro sketch, El Newman. Se va a tratar de dos colegios unidos por un patio. Los de Cambiemos van a ir al Newman Escool. Y los k, los setentistas, al Hombre Nuevo. Los preceptores van a ser Hebe de Bonafini y Baradel.
En esta habitación coqueta, señorial, con varios cuadros colgados en las paredes, a Lanata lo acompaña un bulldog francés que camina con una pachorra colosal. “Se llama Salsa”, explica su dueño.
-¿Qué tan pendiente vas a estar del rating?
-Yo laburo en una selva en la que todos hablan del rating. Pero no laburo con “cucaracha”: nadie me habla al oído... En los últimos dos años, la televisión de aire bajó diez puntos de rating. Un programa como el que hicimos con Fariña (Leonardo), en el que medimos 32 puntos, es irrepetible. Si promediamos los 15 puntos, como el año pasado, ya es un delirio.
-¿Para “Periodismo para todos” es más fácil competir con Marley que con Susana?
-No sé. Va a haber días en los que ganemos nosotros y otros en los que ganen ellos. ¡Y está todo bien! En el 2016, Susana nos ganó más veces. Y el año pasado, ganamos más veces nosotros. A nosotros nos comparan con programas de entretenimientos. Es un delirio que compitamos con un grupo de culos que van viajando... Aún así, a veces les ganamos. Si se trata de programas periodísticos, somos lo más visto, lejos. Pero la verdad es que no me jode competir. De la televisión me joden otras cosas.
-¿Por ejemplo?
-Que nunca hay tiempo. Los documentales se hacen a otro ritmo. Ahora estoy trabajando en dos...
-¿Cómo van a ser?
-Hice un programa especial con Woody Allen. Se va a pasar por El Trece, un miércoles, en algunas semanas. Viajé a Nueva York para entrevistarlo. Le pregunté a un amigo de Woody cuál era la película que más le había gustado al director. Y me dijo: “Ladrón de bicicletas”, de Vittorio De Sica. Entonces, conseguimos un microcine y volvimos a ver la película junto a Woody. Estuvo muy bueno.
-¿Y el otro programa especial de qué se trata?
-Va a ser un ciclo. Se va a llamar Los Malditos. Andrés Calamaro ya escribió un tema para la cortina. En julio o agosto, también los miércoles, va a tratar sobre gente muy querida y muy odiada a la vez: el Che, Chávez (Hugo), Diego y Neustadt.
-¿Y el proyecto de la página web que ibas a armar desde Miami?
-Se cayó porque no conseguí la guita para armarlo.
-Igual, trabajo no te falta: la radio, la tele, la columna en Clarín, los programas especiales...
-Sí, y también manejo un taxi en Provincia, así puedo cobrar la vuelta... (se ríe con ganas).
-¿Antonio Gasalla quería hacer un programa en El Trece en tu mismo horario?
-Me hubiera encantado hacer el pase con Gasalla... Pero no sé cuál fue el problema, si él quería competir directamente con Susana...
-¿Vas a seguir cerrando tu programa con una muestra de pinturas?
-Sí. Después del trasplante (en 2015 recibió un riñón), me puse a estudiar mucho sobre plástica... Lo que yo hago siempre tuvo que ver con la forma: el mono de Página 12, la escenografía de mis programas... Si se te ocurre el contenido, se te ocurre la forma. Y cuando salí del trasplante, sentí que necesitaba belleza.
-¿Cómo fue eso?
-Es difícil de explicar. Ahora se está por estrenar una película, Animal, protagonizada por Francella, que toca el tema del trasplante, de estar en diálisis y no poder salir de esa locura. Yo, después del trasplante, sentí una necesidad de belleza en estado puro. Y vi que era inagotable. Por eso también llevo los cuadros a mi programa. Además, es la posibilidad de que un Pettoruti sea visto por tres millones de personas. Este año voy a sumar esculturas de Enio Iommi, el mejor escultor de la Argentina, de su hermano, Claudio Girola...
-¿Tenés pensado dedicarle algún espacio al Mundial de Rusia?
-El fútbol es un negocio increíblemente cínico, no me creo el verso de la pasión... Al Mundial le voy a dedicar un espacio en la radio. Después de cada partido de la Selección, vamos a hacer una especie de Tribuna caliente. Un rato. Y listo. No puedo creer que un país se planifique “antes y después del Mundial”.
-¿Qué te pareció que Aptra dejara a Mirtha Legrand fuera de las nominaciones para los Martín Fierro?
-Yo tengo 22 Martín Fierro. Y el de Oro. Una vez que ganás el Martín Fierro de Oro, no te tienen que nominar más. Es como cuando te recibís: te recibís una sola vez. El que gana el Oro debe salir de la competencia. Que se lo den a otros, a los más chicos. Si no, se arman ternas ridículas. La ponen a Mirtha a competir con una chica que conduce dos horas a la tarde... Además, si no te nominan, te evitás ir a una cena aburridísima. Si quieren sumar audiencia, que lleven a Mirtha y le paguen, que lleven a Susana y le paguen. Yo, igual, no iría.
-¿Qué es lo que define que vayas o no a la entrega de los Martín Fierro?
-La culpa que me da cuando me empiezan a romper las pelotas y me dicen: “Tenés que ir, tenés que ir...”. A veces me convencen y a veces no. No podés fumar, estás con gente que no te interesa, los periodistas te preguntan de dónde sacaste la ropa... ¡De mi ropero, boludo! ¿De dónde la voy a sacar? Yo no uso canje. Es toda una situación gansa.
La relación con el FMI
“El problema sigue siendo que gastamos más de lo que ganamos”, analiza Lanata cuando se le pregunta sobre el nuevo vínculo de la Argentina con el Fondo Monetario Internacional. Y profundiza: “El tema del Fondo lo planteamos de una manera muy enferma. Yo no creo que el Fondo sea Annie La Huerfanita ni mucho menos... Ahora, los tipos nos prestan plata y nosotros nos quejamos. Es como si yo voy por la calle y me cruzo con un borracho que me pide 10.000 pesos. Se los presto. Pero al mes lo llamo para preguntarle si sigue tomando... Desde el empréstito Baring Brothers, en 1822, pedimos plata y la gastamos en cualquier cosa. ¡Y después tardamos 50 años en pagar la deuda! Si yo fuera de un banco extranjero y viniera a pedirme plata un argentino, no le daría. Le diría: ‘Usted tiene 300.000 millones de dólares en el exterior... De ese total, ponga 50.000 millones y después hablamos...’. De este quilombo, el Gobierno no va a salir solo. Tienen que ponerse de acuerdo todos los sectores y hacer un ajuste consensuado, que pongan más los que más tienen y que pongan menos los que menos tienen...”.
-¿Macri puede lograrlo?
-Macri no sabe cómo lograrlo. No es un líder político, es un empresario. Desaprovechó circunstancias que le hubieran servido... Vidal (María Eugenia) es más política que Macri.
-¿Y qué papel juega Vidal en todo esto?
-Ya está arrastrando el ala caída de Macri. El Gobierno va a tratar de ir a una reelección. Yo no estoy de acuerdo con las reelecciones. En ningún caso. Nunca funcionó. Todos, en el segundo Gobierno, volcaron. Hay que entender que la política es un servicio público, en el que se trabaja para los demás. Y que si te dedicás a la política vas a ganar menos que en la actividad privada. Acá, nadie trabajó en la vida real. Nadie tuvo que pagar 50 sueldos. Nunca. En el 2019, Macri podría ganar por poco, pero de acá a la elección puede aparecer otro candidato.
-¿Cómo ves el futuro de Cristina?
-Hay un kirchnerismo residual, pero Cristina es volver 20 años para atrás. Peronismo nuevo es otra cosa, pero no son tipos con carisma: Urtubey, Uñac, Massa si volviera a resucitar...
Después del trasplante y lo que hacen sus hijas
Sobre su estado de salud, Lanata describe: “Me hice análisis hace poco y estoy bien. No corro los 100 metros con vallas pero no me quejo”.
-¿Volviste a encontrarte con Nora, la mujer que te donó el riñón?
-No. Sara (Stewart Brown, su ex mujer) sigue en contacto con ella, pero yo no. Es raro. Estuviste muy cerca de una persona y después es como si hubiera sido una eventualidad, un encuentro en una estación de tren. La foto que me sacaron con ella, en la que aparecemos abrazados, fue muy emotiva.
La que también saca fotos es Bárbara, la hija mayor de Lanata, que tiene 27 años y trabaja como vestuarista en Periodismo para todos. “Sí, es buena fotógrafa”, señala Jorge, orgulloso. “Algunas de sus fotos salieron en la revista Viva, de Clarín. Y también escribe muy bien. Por ahora no publica sus textos. Cuando Bárbara tenía ocho años, le pregunté qué quería ser cuando fuera grande. Y me dijo: ‘Voy a escribir pero cuando se olviden de vos’”.
-¿Y a Lola qué le gusta hacer?
-Lola es más expansiva, más parecida a Sara... Tiene 13 años y parece de 16. Por ahora va al colegio. Y está pensando cómo va a ser su fiesta de 15.
Fuente Clarín
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